Nació en Sevilla el 27 de febrero de 1882, y falleció en la
misma ciudad el 29 de noviembre de 1967.
Lo incluyo entre los personajes más notables de Casariche por
ser el escultor de buena parte de las imágenes religiosas veneradas en nuestro
pueblo.
Entre ellas destacan:
Sagrado Corazón (entre el año 1936 y 1937).
Ntra. Sra. de la Encarnación (entre el año 1936 y 1937).
Ntra. Sra. de los Dolores (año 1937).
Ntro. Padre Jesús Cautivo (año 1953). Al presentar corona de
espinas en realidad no es un Cautivo. Bien podría tratarse de un Ecce Homo (Jesús
presentado al pueblo por Poncio Pilato). Según las sagradas escrituras, lo
lógico sería que fuese acompañado, en su paso, con otras figuras. Bien podría
denominarse como Ntro. Padre Jesús en su Presentación al Pueblo.
“CASTILLO LASTRUCCI
De entre los discípulos del escultor
Antonio Susillo, quizá el más aventajado y el que siguió con más fervor las
huellas del maestro, fue Antonio Castillo Lastrucci. Desde muy temprana edad
comenzó su labor creadora, aún sin haber recibido ninguna lección de dibujo ni
modelado, y a los nueve años hizo su primera imagen que fue un niño Jesús.
Recibido por Antonio Susillo en su
taller de la Alameda de Hércules, despuntó muy pronto Castillo Lastrucci,
siendo sus características en la edad juvenil, el inmenso amor al oficio, la
seriedad, la timidez y un fervor religioso desacostumbrado. Esto le llevó a
especializarse en la imaginería religiosa, aunque no por ello dejó de rendir
culto a la escultura profana, y así a los diecinueve años hizo una colección de
relieves sobre los temas de las leyendas de Béquer que obtuvo resonante éxito
de crítica.
A la muerte de Susillo, tenía Antonio
Castillo Lastrucci diecisiete años, y se encontró de repente con la
responsabilidad de hacer su propia obra sin la tutela del maestro. En ésta
época empieza su gigantesca obra de imaginería religiosa que le llevó a labrar
¡más de mil imágenes de tamaño grande, unas para altar y otras para procesión!
En el año 1939, cuando ya contaba
casi sesenta años, las inmensas destrucciones de imágenes, producidas en el
incendio de iglesias y conventos, durante las jornadas revolucionarias de la
Segunda República, dejó a Sevilla y a toda Andalucía, casi sin imágenes
procesionales. Castillo Lastrucci tomó sobre sí el enorme trabajo de hacer
imágenes nuevas, casi para devolver a Andalucía su Semana Santa perdida.
Así, para Sevilla labró más de
cuarenta imágenes, y para el resto de Andalucía, más de doscientas.
Jesús Ante Anás. Paso completo con siete figuras.
(…)
Y la Virgen de la Esperanza de
Triana, la cual por estar muy deteriorada, se le encargó que la restaurase. El
mismo Castillo Lastrucci me contó como al meter la espátula para levantar la
pintura vieja, se desmoronó la cara entera, cuyo material se había convertido
en polvo y estaba sujeto solamente por la pintura. El suceso ocurrió en
presencia de Antonio Illanes, también escultor, y de otras personas. Castillo
Lastrucci tuvo que hacer una cabeza completamente nueva en sustitución de la
anterior. Sin embargo, por el efecto que podría causar al vecindario de Triana
y a los muchos devotos, el saber que la imagen primitiva había desaparecido, no
se divulgó la noticia y se dijo que la imagen antigua había sido restaurada,
pero no se dijo que Castillo Lastrucci la había hecho de nuevo. Esto quedó
suficientemente confirmado a la muerte de Castillo Lastrucci, en la emisora
“Radio Sevilla” se dio a conocer una declaración que Castillo Lastrucci me hizo
poco antes de morir, grabada de su propia voz y ratificada por Antonio Illanes
y por otros artistas.
(…)
También hay imágenes en los pueblos, como Utrera, Jesús en la
columna y una Dolorosa; El Arahal, una dolorosa; La Roda de Andalucía, una
Dolorosa; (…);Casariche, Jesús Cautivo; (…)
A pesar de esta copiosísima obra, en
la que, repetimos, llegó a un millar de imágenes en toda su vida, vivió
pobremente, casi en la miseria. Me dijo un día que la mayor parte de las
imágenes que hizo, se las habían pagado a medias, porque las hermandades y
parroquias habían quedado en la ruina tras la Guerra Civil. Incluso muchas no
llegó a poder cobrarlas. Tan sólo en toda mi vida, -me dijo-, se me han pagado
bien tres obras: una Cabeza de Cristo, para Méjico; un San Juan, para Amberes;
y el Cristo de la Sangre, para la catedral de Texas.
Por esto, en su más avanzada edad,
con ochenta y cinco años, todavía trabajaba para poder comer, y la muerte le
sorprendió con la gubia en la mano, labrando una pequeña imagen de un Niño
Jesús, para la Hermandad del Gran Poder, que dejó inconcluso.
Sevilla se portó muy mal con Castillo
Lastrucci; no se le hizo profesor de la Escuela de Bellas Artes cuando ésta se
creó, a pesar de que él estaba en ese momento en su plenitud, con cincuenta
años de edad, cuando podía aportar una maestría y una experiencia artística
relevantes.
En los últimos años, ya con ochenta
años cumplidos, intenté que la diputación Provincial le concediera una pensión
para que pudiera vivir decorosamente el tiempo que le quedase de vida. Aduje en
mi escrito el precedente de que otra Diputación, la de Lérida, acababa de
conceder a otro artista, el pianista Ricardo Viñes, una pensión, en su
ancianidad. Pero la Diputación de Sevilla rechazó tal petición y Castillo
Lastrucci siguió en su pobreza, en su estrechez increíble, hasta el día de su
muerte, que fue el 29 de noviembre de 1967.”
Fuente: José María de Mena. PERSONAJES SEVILLANOS Célebres en
la Historia. Tercera Edición, 1992. J. Rodriguez Castillejo, S.A. (I.S.B.N.:
84-87041-13-2).
Casariche. Un paseo por
nuestra Historia.
©Francisco Estepa López
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